Aborígenes en nuestra región

(Síntesis de un trabajo realizado por alumnos de 5º Año
del Instituto “Juan Eliçagaray”, y publicado en el diario
local “El Heraldo” el 22 de agosto de 1968).


Los auténticos pampas

“Esta tierra que ocupa nuestra jurisdicción municipal fue habitada por el indio mucho antes de la llegada de los marinos españoles (octubre de 1492). Eran del tipo patagónico y su área de expansión abarcaba desde Tierra del Fuego hasta internarse y perderse en las selvas brasileñas.
Esta zona Sur fue habitada por los auténticos pampas, hasta la llegada de los españoles. Su nombre deriva del territorio llamada Pampa. Hablaban la lengua Het, utilizando la terminación “het” que significa “gente”. Se dividían en dos grupos: los Taluhet al Norte, y los Dihuet al Sur y al Oeste.
Eran de elevada estatura, piel morena. Se dedicaban a la caza del venado. Lo hacían a pie, pues desconocían el caballo, y aprovechando sus facultades físicas naturales. Sus armas eran el arco y las flechas, a lo que agregaban las boleadoras.
La vivienda era un simple “paraviento” preparado con cueros de venado, que luego perfeccionaron llegando al toldo. La alimentación se basaba en la carne de su presa preferida, el venado. También consumían otros productos – vegetales y animales – como semillas, raíces, huevos, etcétera.
La vestimenta de los pampas consistía en un “taparrabos” acompañado de un gran manto llamado “quillango”. Trabajaron en alfarería hasta que el caballo comenzó a correr por
estas llanuras. Su dios se llamaba Luychu hacia el que se dirigían sus muertos (según sus creencias) llamados Soychuet, es decir “gente de dios”. Como también necesitaban un nombre para identificar al dios del mal, lo llamaron Gualichu.

Llegada de otras tribus

“Cuando el caballo y la hacienda cimarrona se extendieron por esta zona comenzaron a llegar otras tribus, atraídas por la hacienda y por las posibilidades de comercializar con los blancos. Estas fueron las tribus araucanas. Llegaban desde la zona cordillerana chilena. La fusión de razas dio como resultado un tipo nuevo, que se manifestaba en costumbres pampas y lengua araucana.
Por otra parte, esta inmensa región que sería posteriormente la provincia de Buenos Aires, fue transitada por aborígenes de diversa estirpe, y llegaron hasta la Misión Jesuítica, cercanías del Atlántico, donde se fundaría posteriormente Mar del Plata.
Algunas tribus tuvieron asiento permanente en las márgenes del arroyo Pescado Castigado, puntas del Cristiano Muerto, lagunas del Bagual, Tres Reyes, El Balde, Vivanco, Di Croce, entre otros sitios”.


Hasta aquí la transcripción textual del aporte de investigación de alumnos de 5º Año del Instituto Juan Elicagaray, 1968. Como acotación autoral debemos señalar que el comienzo del apogeo de malones – en mayoría procedentes de la extensa Araucania, según los historiadores de época – coincidió con la caída del gobierno de Juan Manuel de Rosas. Para esa época las familias de aborígenes más o menos estables, que conservaban sus tradiciones nómades pero delimitaban sus andanzas en las llanuras que darían forma a la provincia de Buenos Aires, habían sido desplazadas a los territorios de Río Negro y Neuquen. Podría deducirse entonces que hacia el año 1880 – época en la que enmarcamos el comienzo de nuestra cronología – quedaban muy pocas familias de aborígenes en esta región, y algunos de sus miembros se adaptaron a las tareas que iba imponiendo la actividad agropecuaria.